domingo, 27 de marzo de 2011

Parte 25

(Continuación de la parte 24, sita en http://elcalidorincondelprocrastinante.blogspot.com/2011/03/parte-24.html)

Ni siquiera supe en qué planta estábamos. Había tenido los ojos cerrados todo el trayecto comprendido entre el coche y el interior de su apartamento. No habíamos despegado los labios y mis manos no habían soltado su cuello. Aaron demostró una pasmosa habilidad para desnudarme a la vez que sacaba las llaves y abría la puerta, cerrando tras de sí con un ligero puntapié. Me guió hasta su dormitorio empujando delicadamente con sus manos mi cintura. Todavía de pie frente a su cama, me puso de espaldas a él y besó mi cuello con ternura, mientras el pelo me caía sobre la espalda tras soltarme el moño. El vestido de seda comenzó a deslizarse cuerpo abajo dejando mis pechos al descubierto, entonces me di la vuelta y comencé a desnudarle con deseo mientras lo llevaba a la cama.

Parecía que conocía el mapa de su cuerpo desde mucho tiempo atrás, al igual que Aaron, una vez más, fue acertado en todos sus movimientos, como si ya hubiera imaginado este momento y supiera exactamente qué deseaba hacerme y cómo tenía que hacerlo.
La copa que me ofreció quedó olvidada entre el éxtasis del momento. Las horas pasaron sin que fuéramos conscientes de ellas, envueltos en el frenético devenir del placer que nos procesábamos el uno al otro. No sé en qué momento conseguimos separar nuestros cuerpos al menos lo justo para caer rendidos en un profundo sueño.

El sol que entraba por la ventana me hizo despertar. Me desperecé y mis sentidos se pusieron en marcha. Por la ranura de la puerta se colaba el olor de un exquisito desayuno en potencia. El aroma a beicon frito se entremezclaba con el sonido de la música dando lugar al ambiente lleno de encanto de un domingo por la mañana. Sin embargo, era jueves, y Aaron y yo debíamos estar en la oficina. Miré mi móvil y observé que no tenía ninguna llamada de Catherine lo que me hacía intuir que no nos echaban en falta. Era de esperar dado que nos encontrábamos en la víspera de la gala y todo el trabajo ya estaba hecho.

Como salí desnuda de la cama, abrí el armario de Aaron con total confianza y cogí una camisa con la que cubrirme. Antes de salir de la habitación, entré en su baño, me lavé la cara y me atusé un poco el pelo para intentar darle un aspecto mejorado al look de recién levantada.

En la cocina, que conectaba con el salón con una barra americana, estaba él preparando un zumo de naranja natural mientras canturreaba al son de Franz Ferdinand, que sonaba en la radio con su Do you want to. Me senté en un taburete a observar la escena, y ya de paso sus músculos, esta vez al descubierto ya que no vestía camiseta.

-Buenos días chef- le dije simpática.
- “Oh well I woke up tonight and said I, I'm gonna make somebody love me” –se dio la vuelta todavía canturreando una estrofa con lo que interpreté como un doble sentido- Estoy de acuerdo con lo que has dicho de “buenos días”, pero he de añadir también “Buenas noches”.
- “Muy” buenas noches – contesté devolviéndole una sonrisa.
- Ven aquí, prueba esto.
Me bajé del taburete y me acerqué a él por detrás, abrazando su torso al descubierto. Me tendió con una cuchara una especie de revuelto que me resultó exquisito.
- Mmm, ¡Qué rico! ¿Qué es?
- Aah…secreto del cocinero. Es una receta heredada. Si te lo digo mi madre me mataría.
- Pues si no voy a tener la oportunidad de saber que cómo se cocina, va a recaer sobre ti la responsabilidad de preparármelo siempre…- le dije mientras se daba la vuelta sin que yo dejara de envolverle con mis brazos.
- No me importará correr ese riesgo –contestó justo antes de besarme.

El ladrido de Shawn me hizo dar un respingón que hizo que nos separásemos. Aaron aprovecho para reírse de mí y yo, mientras me hacía la ofendida, me acerqué al perro.

-Está bien chico, vamos a tener que empezar a llevarnos bien –le decía mientras me arrodillaba frente a él- Estoy dispuesta a perdonarte el incidente del hotel, pero a cambio tendrás que dejar de darme esos sustos de muerte y ser un poco más benevolente conmigo, ¿de acuerdo? – Me ofreció un ladrido como respuesta - ¿ha sido eso un sí?- Y volvió a ladrar.
-Ves como es una bestia simpática y comprensible- me dijo Aaron que había observado divertido la escena.
- No está mal como comienzo, no.
- Vente, vamos a desayunar.

Parecía que toda la tensión se había esfumado allá donde hubieran quedado las barreras físicas entre los dos. Estuvimos cómodos y disfrutamos de la naturalidad que nos ofrecía el poder ser nosotros mismos sin intentar seguir los patrones de una jugada preparada, con respuestas y comentarios que pretendieran mostrarnos fuertes y despreocupados ante el otro.

La razón por la que no teníamos llamadas perdidas de Catherine era porque Aaron la había llamado esa misma mañana para decirle que, puesto que no había ningún asunto de urgencia a resolver, nos pasaríamos por la tarde por Voice. Así pues, tuve que poner rumbo a mi apartamento para asearme antes de ir al trabajo, no sin antes despedirnos. Dos veces.

Llegué a la oficina alegre y ligera. Con una sonrisa imborrable dibujada en la cara y con una perspectiva más oxigenada de las "sorpresas” que me traían los días. Observé a Aaron, ya en su despacho, haciendo unas llamadas. El edificio estaba levemente más vacío que por las mañanas, pero aun así había un movimiento incesante de papeles arriba y abajo.
Dejé el bolso sobre mi escritorio y mientras me quitaba la chaqueta puse la radio para escuchar las últimas noticias, estaba segura de que hablarían sobre la gala del viernes y mencionarían algo de Voice y de Monde. Y tal como intuía el locutor dijo así:
“Y a los apasionados de la prensa norteamericana os interesará saber que mañana va a tener lugar una gala en la que revistas de la talla de Monde, Voice, Folks y otras tantas de alcance internacional, se disputan un único puesto en la conocida News Corporation. Durante los últimos meses se ha estado especulando sobre quién podría hacerse con tal galardón y la guerra ha estado muy centrada entre la revista regentada por James Sandler y la de Catherine Harper, siendo esta última la que ha alcanzado los mayores índices de ventas con un novedoso diseño y un renovado contenido. Esta semana se han hecho numerosas acusaciones a Sandler, el cual, ha puesto en marcha a todo un equipo de abogados para que retiren del dominio público todo lo que haya sido escrito al respecto. Aunque todo apuntaba a que Voice se alzaría con la victoria, hoy nos llegan noticias de que Monde tiene todas las papeletas para ser la ganadora, lo cual resulta sospechoso teniendo en cuenta que no tiene a su favor los mejores resultados. News Corporation achacaría su éxito a la trayectoria de la revista Monde sin tener en cuenta los últimos índices de venta. Parece ser que se ha abierto una nueva guerra entre la opinión pública que se sitúa en un elevado 83% a favor de Voice y los grandes poderes que apoyan casi en su totalidad a la revista que lidera Sandler… […]”

Mi imperturbable sonrisa se borró de repente siendo sustituida por un semblante serio. Me dirigí corriendo al despacho de Catherine y por el camino me encontré con Aaron, quien hacía el mismo recorrido que yo tras haber escuchado, seguramente, la misma noticia.

En seguida se notó como el alboroto se extendía en forma de oleada por todas las mesas y oficinas conforme la gente se hacía eco de la noticia. Todo el mundo salía al pasillo y buscaba respuestas. Cómo podía ser que estando Voice tan por delante de Monde, éstos tuvieran a su favor a los grandes poderes. Era imposible. Todo el mundo simpatizaba con nosotros y no se trataba de ser prepotentes. Las estadísticas lo reflejaban.

-Catherine, ¿cómo es posible? – preguntaba Aaron a nuestra jefa.
- No lo sé Aaron…no lo sé.
- Yo creo saber lo que puede haber pasado – contesté de repente tras repasar el historial de mi ex marido – Estamos hablando de James Sandler. Si hay algo que a James no le falta es el dinero. Y si hay algo que James desea con enorme avaricia, es precisamente, tener más dinero. Por lo tanto, gastar unos cuantos millones en comprar a jefazos lo ve como una inversión de futuro. Estar en News Corporation, sus trapicheos y sus negocios le auguran más y más dólares para seguir corrompiendo. Pude estar abstraída el tiempo que estuvimos casados, pero seguía teniendo ojos y oídos, y por supuesto, interés en su trabajo. Creedme, se cómo opera. Es blanco y en botella. ¿Se os ocurre acaso otro modo de que Monde ganara tal y como se han desencadenado los últimos acontecimientos? El juego sucio es su patrón de actuación y James tiene mil maneras de romper las reglas y crearlas a su juicio.
- Para eso habría que tener juicio –puntualizó Catherine.
- Estoy de acuerdo contigo –le contesté yo – Esto va más allá de pertenecer a News’, se ha creado un juego a nivel personal. Una guerra en la que participamos Aaron, la revista, y por supuesto, yo. No tiene ética. James no tiene límites.
- ¿Y qué vamos a hacer? – preguntaba Catherine alterada.
- Encontrar la solución. –Dijo Aaron muy seguro de sí mismo – para eso nos contrataste, ¿no?

Aaron y yo recogimos nuestras cosas y nos dirigimos a mi apartamento para buscar una estrategia que nos salvara el culo una vez más. Ya acomodados en el salón, pedimos algo de cenar en servicio a domicilio y empezamos a discutir sobre el tema.

-Esta vez no nos va a servir ningún teatro del estilo de Kevin/Adam para salirnos con la nuestra.
-Por suerte no vas a tener que exponerte más de esa manera- espetó Aaron.
-¿Qué quieres decir con exponerme? –le pregunté.
- Pues quiero decir que aquí estamos ambos para buscar una solución, pero que eso no significa que tú te vayas a encargar de aplicarla personalmente Alison.
- Aaron, creo que me toca enfrentarme a la situación. Son demasiadas provocaciones por parte de James y no pienso quedarme sentada, cruzada de brazos, viendo cómo se ceba conmigo sin pensárselo dos veces.
- De ningún modo tienes que enfrentarte a él.
- No entiendo por qué dices eso. Tú lo hiciste. ¿Por qué no podría hacerlo yo?
- ¡Porque no quiero Alison!- contestó levantando la voz – No quiero que te haga más daño. No quiero que tenga el placer de cebarse contigo cara a cara. No quiero que vayas sola y por supuesto, no quiero que corras peligro –dijo esta vez con la voz más baja de lo normal.

Tras una larga pausa en la que pupila y pupila se hundían en una mirada que emanaba sentimientos contenidos, el repartidor que traía nuestra cena tocó el interfono. Algo más de 3 minutos estuvimos peleándonos Aaron y yo frente a la puerta para ver quién pagaba, hasta que el joven con la cara repleta de prominente acné nos instó a que le pagáramos y nos dejáramos de discusiones tontas. Finalmente ganó Aaron, que supo conquistar al chico del japonés con una propina más grande de la que yo iba a dar.

-Eres tonto- le dije para darme por satisfecha.
- Y tú una cabezona que no se deja invitar.
- Ya me has hecho el desayuno esta mañana. Esta vez me tocaba a mí.
- No te preocupes, puedes hacerme el desayuno mañana por la mañana – dejó caer Aaron con una sonrisa picarona, que se pronunció más después del pequeño empujón que le di.
- Saca tu cabeza de mi cama señor Brooks, tenemos mucho que pensar.
- Yo no he dicho nada de ninguna cama – me cortó- es más, aquí mismo estoy viendo un maravilloso sofá que…
- ¡¡¡Aaron!!! –reímos los dos.

Pasamos horas y horas discutiendo sobre diferentes alternativas a tomar para subsanar el imprevisto. No contábamos con mucho tiempo por delante pues estábamos a tan solo unas horas de la gala. Tanto Aaron como yo contábamos con numerosos contactos que añadidos a los de Catherine, creaban una gran lista de personas que podían hacernos más de un favor. Prometí que no iría en busca de James y acordamos un pequeño plan de acción para la mañana siguiente. Aaron y yo hablaríamos con un par de colegas, y procuraríamos que la imagen de News Corporation quedara muy manchada si obraban en contra de lo que todo pronóstico y todo ciudadano auguraban. Intentaríamos conseguir las pruebas que constataban que en un principio íbamos a la cabeza y alguna copia de factura o cheque que corroborasen el corrupto ingreso de James. En cuanto a éste último, lo dejaríamos ajeno a todo el barullo para evitar que tomara represalias o que elaborase un contraataque.

Desperté antes que Aaron, que yacía dormido profundamente tapado solo con una sábana. En seguidas me abordó la idea. Pero no, no podía faltar a la promesa que la noche anterior había hecho. No podía ir a buscar a James y arriesgarme a tirar todos nuestros planes por la borda. Arriesgarme a que Aaron desconfiara de mí una vez más. Sin embargo, necesitaba hacerlo, era un asunto demasiado personal. No había vuelto a ver a James desde los juicios que hubo tras el divorcio y necesitaba plantarle cara. Ponerle freno. Me vestí silenciosamente para que Aaron no se despertara y le dejé una nota sobre la mesita de noche, junto a un pequeño desayuno.
“Espero que puedas perdonarme pero tenía que ir a verle. No sé si podrías llegar a entender lo que toda esta situación me hace sentir, pero no puedo ser débil. No con él. No de nuevo. Disfruta de tu desayuno y deséame suerte.”

Firmé la carta y marqué un beso con el carmín de mis labios. Después le di otro a él en la mejilla y le susurré “Perdóname Aaron”.

Continuará en http://elcalidorincondelprocrastinante.blogspot.com/