martes, 27 de diciembre de 2011

¡Felicidades!

Casi se me olvida que no hay cumpleaños que se precie sin su carta de amor correspondiente. Como no podía ser menos, vivimos en nuestro eterno destino de no poder estar juntas cuando cumplimos años, lo cual fomenta nuestra manía de darnos los regalos a destiempo, ya sea con meses de adelanto o retraso, pero jamás en la fecha exacta. ¡No perdamos las viejas costumbres!
Este año todo es diferente, y quizás más especial. Me gusta que te hayas ido a México y haber podido comprobar que no hay distancia que se nos resista, ni kilómetros que nos alejen. Que ni el tiempo ni el espacio nos separan y que la verdadera amistad no teme los obstáculos ni se deja vencer. Me gusta estar contigo y sentir que nunca te has marchado, que hemos seguido conviviendo en la distancia, y que un océano no es más que un charco de agua que resulta muy caro cruzar.
Ya tienes veinte años y sigues sin dejar de sorprenderme a pesar de que continúas siendo la misma. Tu enorme corazón, tu quitarle leña a los grandes fuegos (aunque luego eres una gamberra y alimentas las pequeñas chispas pretendiendo hacerlas hogueras), tu entrega a quienes quieres y la gran persona que eres, son solo detalles que me hacen sentirme orgullosa de ser tu amiga. Pero creo que “ser tu amiga” es un término vago y pobre para definir lo que nos une. Tampoco hay una categoría que exprese con claridad lo que tú y yo tenemos. Sé que no hace falta que te lo explique porque ambas lo sentimos de la misma manera, pero intentaré describirlo para aquellos despistados que no hayan seguido nuestra trayectoria. Elisa es mi familia, y no porque haya ningún parentesco que nos una, (aunque ciertamente parece que lo hay, o que lo hubo), sino porque es una de esas personas que simplemente sabes que están. Alguien con quien no te da miedo cabrearte, o contrariar, porque sabes que ni la más grande de las peleas puede siquiera dañar la relación. Es alguien a quien siempre le dices la verdad, independientemente de que ésta pueda doler, porque sabes que ella a ti siempre te será sincera. Una persona con la que construyes planes de futuro porque sabes a ciencia cierta que en ese futuro seguirá estando. Alguien a quien no te da miedo perder porque sabes que la pérdida no es una posibilidad para vosotras. Alguien que cuando viene a tu casa no sientes como una visita, sino como un miembro de la familia que ha estado fuera un tiempo. Es esa persona sin la cual no te imaginas ningún momento de tu vida, y aquella por la que irías hasta cualquier sitio y harías cualquier cosa.
Sabes que no quiero que estés más lejos que donde mi brazo estirado pueda llegar, pero no me importa que estés en otro continente si sé que eres feliz y que estás rodeada de buenas personas. No tenerte cerca es desagradable e incómodo, me da frío y siento que me falta algo, así que llévame siempre bien pegadita a ti y prométeme que vayas donde vayas siempre volverás.

Ten un feliz día y los más felices doce meses que los 20 años puedan dar. Te quiero de aquí a México, con escala en Madrid, sin ir en Business, ida y vuelta, y luego dirección Pulpí con parada en Almería y Carboneras, multiplicado por dos y elevado al infinito.