viernes, 14 de octubre de 2011

Emp-manías

Tiendo a psicoanalizarme tanto que a veces no sé si es peor el remedio o la enfermedad.
Ésa es una de mis manías. Nunca dije que que estuviera totalmente libre de vicios. A pesar de que el tabaco no me tizne los dedos, que el café no amarillee mis dientes y que el alcohol no vuelva etílico mi hígado, tengo mis extrañas manías que, aunque no pecan de insanas, hacen que todo mi "yo", todo ese compuesto que conforma el "yo, mi, me, conmigo" cobren un tinte, cuanto menos, estrafalario.

Es increíble la capacidad que posee el ser humano de ser tantas personas en una sola. De llevar tantas vidas a cuestas, en una sola vida. Y, mejor aún, sobrevivir a la responsabilidad que eso conlleva... capacidad de adaptación lo llaman algunos. Inteligencia, lo llaman otros tantos que prefieren no andarse por las ramas.

*inteligencia

  1. f. Facultad de conocer, analizar y comprender.
  2. Habilidad, destreza y experiencia.

Lo más interesante de todo, es aprender a vivir creando armonía entre nuestras propias manías y las de los que tenemos/queremos cerca. Ahí es donde reside el mayor obstáculo de la "inteligencia". Aprender a aceptar a los demás en toda su complejidad, en todo su entramado de retorcidas ideas y sus umbrales emocionales, o bien con su llanura y simpleza.

Pero a mí no me interesan las dificultades, ni todas esas nimiedades que crea la vida para proteger sus más bonitas experiencias del alcance de cualquiera. Esa arma con la cual crear un filtro donde se queden los cobardes, los que se dejan guiar ciegamente por su ego, los practicantes del deporte olímpico de "mirarse el ombligo" y otros tantos no aptos que se han creído por un momento que sin empatía podían llegar a conseguir algo que mereciera la pena.
Hablar de eso sería tocar un tema demasiado cotidiano, burdo y, por desgracia, realista.

A mí me gusta más soñar despierta. Yo qué sé. Es mi manía. Me encanta cuando unos vicios -sanos- se funden con otros. Cuando dos personas (a veces más, en ocasiones, incluso familias enteras) tejen una telaraña de excentricidades que se nutren la una de la otra. Cuando no hay más que pura comprensión y aceptación. Y sobre todo, cuando el simple atisbo de un inicio de malestar, proveniente de la otra araña obrera, es aniquilado con un poco de psicoanálisis casero y una dosis diaria de fórmulas chinas.


3 comentarios:

  1. El "yo, mio, me etc.." no existe, es solo una proyección de nuestro ego herido e inseguro de su propia esencia. Porque no tiene. Lo único verdadero es lo que de verdad hay dentro, y eso es difícil de cojones averiguarlo.
    A veces pasamos demasiado tiempo perdiendo el tiempo en pensar, en vez de sentir y no nos damos cuenta que el enrredo que tenemos delante no lo va a solucionar un meticuloso examen sino el mas simple de los sentimientos.
    XXX

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  2. Bueno, creo que todos tenemos algo de excentricos, a la vista de otras personas que igual son excentricas

    ;)

    buen texto, cuídate mucho

    byE

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  3. Me ha gustado mucho Vero, sobre todo la parte que dice: "Aprender a aceptar a los demás en toda su complejidad, en todo su entramado de retorcidas ideas y sus umbrales emocionales, o bien con su llanura y simpleza".
    No sé muy bien por qué pero esta entrada me recuerda a mí. Tendré que reflexionar más sobre ella. ^^

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