jueves, 2 de febrero de 2012

B en tercera persona

Tenía un universo por dentro que amenazaba constantemente con explotarle, reventársele en su burbuja y escaparse por todos los poros como si su cuerpo hubiera contenido toda esa energía haciendo las veces de olla a presión. A veces le cogían por sorpresa esos momentos en los que las manos le emanaban purpurina, y no eran pocas las veces en las que estando desprevenida, ensimismada en cualquier otra tarea, le arrollaba una sensación energizante que hacía que su mente y su corazón se dispararan. Soñaba despierta y vivía dormida, nunca cesaba su murmullo interior ni sus ganas implacables de más y más. A veces sentía que de no ser por el tiempo, por el momento, y por la situación, estallarían en mil pedazos todas esas ansias y planes pospuestos, saldrían de su interior y comenzarían a adquirir una forma real. Si eso ocurriera, entonces correría cerca de él y simplemente se dejaría llevar por todo lo que en el fondo ya sabe que debe hacer. Aún recuerda cuando solía engañarse a sí misma, decirse cómo sería y cómo viviría. Desear mil posibilidades, todas ellas incongruentes consigo misma, y buscar por todos lados el modo de crecer en caminos opuestos. Ya poco le importa lo que ahora suceda y si eso tiene o no algo que ver con el día de mañana, porque todos esos colores, toda esa luz concentrándose y dispersándose constantemente ya le han revelado cómo será. Y ahora ella pelea con su impaciencia y se dice así misma que conocer un “cómo” y un “qué” es mucho más importante que saber un “cuándo”.

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