miércoles, 18 de noviembre de 2009

Noches

Y retumbaba en su pecho, en sus oídos. Retumbaba esa música que la impulsaba a bailar, a bailar sin pensar. Y cantar, cantar a voces. Mil voces que se mezclan, que tienen en común un mismo ritmo, una misma melodía, una misma cadencia, un mismo compás.
Golpes de cadera. Manos arriba. Saltos. Abrazos. Vuelta a la derecha. Vuelta a la izquierda. Ríe. Para. Bebe. Sigue bailando.
Rock, indie, pop...
"¡¡Escucha, escucha!!" exclamaba. "Pero si es Vetusta... Tras de mí una escena y diez mil frases que repetir..."

Un movimiento se enlaza con otro. Toda la noche escuchando una canción que no termina...porque, sí, escuchaba cien canciones diferentes pero todas entrelazadas, ninguna llegaba a su fin... Y su cuerpo, tu cuerpo, se deja llevar. Sus sentidos se colapsaban y quedaba prendida en un estado de embriaguez.
Miras a tu alrededor y todo el mundo sigue la misma pauta, el mismo itinerario: bailar, reir, beber, besar, saltar...

La diferencia entre unos y otros es algo tan sutil que resulta casi inapreciable entre el bullicio. Y esa diferencia consiste en CÓMO bailas, DE QUÉ te ries, QUÉ bebes, A QUIÉN besas...
Y ahi es donde yo suspiro y sonrio. Donde yo gano. :)

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