viernes, 31 de diciembre de 2010

Parte 1

De nuevo el estrambótico taconeo de todas esas arpías contoneando sus lánguidos cuerpos hasta posar el culo en sus sillas. Toda esa colección de fantoches tejidas con la misma tela de araña y nula consciencia de cualquier definición que se asemeje a empatía. Burdo atajo de insensibles cuyas perfectas vidas os obnubilan sin posibilidad alguna de que ningún lazarillo os llegue a orientar.
Me va a explotar la cabeza si vuelvo a escuchar el tintineo de sus collares al chocar entre si cuando se inclinan en sus mesas, insinuando el encaje del sujetador a todo aquel hombre poderoso que entre o salga por la puerta del despacho del jefe. Como lobas hambrientas de dinero, dispuestas a emprender cualquier obra de teatro con tal de captar un poco de atención y un buen ascenso, sin ningún peso en sus consciencias por la daga diaria que le incrustan a sus maridos.
Os preguntaréis que por qué tanto odio. Digamos que en algún momento de mi vida, yo fui el tipo de mujer que todas esas putas de oficina envidiaban. La media naranja de uno de esos codiciados hombres que entran en el despacho del jefe con paso firme,el semblante de un alfa y con una sonrisa a tiempo para todas. Más de una sonrisa intercambió con una de esas zorras de mala muerte. Y mientras yo componía pedazo a pedazo mi vida con él, con el mismo cariño que una abuela le teje una bufanda a su nieto, medio departamento chismorreaba sobre mi cornamenta. Los cuchicheos llegaron a las cafeterías de toda la manzana, hasta que un buen día mi taza de café estalló en mil pedazos al chocar contra el suelo, tras decirme mi marido que me dejaba por una cría 12 años menor que yo.
Y diréis "¡Menudo hijo de puta!". Pero tranquilos, aún no ha nacido un hombre en cuyas manos recaiga el poder de hundir toda mi vida...
¡Qué demonios! ¡Claro que fue por él!. Volver a la oficina fue la peor de las ideas que pude tener. Si ya era duro asimilar el affair de mi marido, - el cual era un secreto a voces -, aguantar los chismorreos, los codazos y las miradas punzantes delante de mis narices era mucho más de lo que estaba dispuesta a soportar.
Supe que me tenía que ir de allí cuando una lista de turno me dijo algo como "Oh cariño, no sabes como lo sentimos, debe ser super humillante que tu marido se haya mudado a un loft de ensueño con una de las modelos que contratamos para el reportaje del número de diciembre". En ese mismo momento me planté en el despacho del jefe para presentar la dimisión, no sin antes responderle a esa zorra con un merecidisimo resabio "Oh cielo, y yo siento mucho que luego vayas a tener que vomitar ese donut que te estás comiendo...¿es de relleno de crema verdad?"
Así pues, 3 meses sabáticos y ofertas de trabajo de 6 revistas diferentes después, aquí estoy. Alison Cooper para servíos.

Continuará en: http://elcalidorincondelprocrastinante.blogspot.com/

2 comentarios:

  1. jaja, eh, buen comienzo!
    Aunque me lo has puesto difícil, digas lo que digas, aunque sólo sea por mantener el nivel..

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  2. Bonitas letras!! Muy bonitas. Un saludo carbonerica.

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