lunes, 14 de noviembre de 2011

La enfermedad del amor

Ver en: http://www.elimportuno.com/component/k2/item/7836-la-enfermedad-del-amor

Qué difícil es enamorarse de un modo sano, y cómo cuesta a veces zafarse de la toxicidad que genera una mala relación. Qué curioso es el amor, a veces se abalanza sobre nosotros y casi no nos deja respirar; otras veces nos desgarra por dentro y nos tortura; en algunas ocasiones simplemente no está, desaparece sin más de la noche a la mañana; y en otras, solo se aleja para tomar carrerilla, y reaparecer con una impetuosidad indomable, de esas que vuelven al amor ingobernable, salvaje y visceral.

Algunos hemos vivido relaciones traumáticas en las que se llevan a cabo acciones injustificadas bajo el falso nombre del amor o la decepción que el agotamiento de éste provoca. Después, sin apenas darnos cuenta, nos dejamos contaminar por esa mala experiencia y vamos por ahí, controlando nuestros sentimientos como si acallando la voz del corazón fuéramos más afortunados y dichosos. A veces, incluso llegamos a pensar que somos más felices que todos aquellos que se dejaron engatusar por un sentimiento tan esclavo como es ese del amor; porque nosotros, fuertes y etéreos, controlamos las flechas de Cupido, no nos dejamos engañar por falsos Valentines y damos la espalda por completo a cualquier Diosa Afrodita.

También los hay que piensan que esas cosas solo ocurren en las comedias románticas y los dramas de la gran pantalla. Que nadie quiere tanto y ninguna relación dura más de un año, no al menos sin infidelidades y discordias; no al menos, sin caer en la tela de araña de la rutina, donde solo queda esperar ser devorado. Aguardar con estoica paciencia que todo se vuelva a infestar, empezar a sentirte de nuevo enfermo y harto de tanta angustia innecesaria, ¿quién me mandó a mí a meterme en eso? Una y no más, Santo Tomás.

Normal que cuando llega alguien que merece la pena, alguien que nos calla la boca y echa por tierra toda la estrategia anti-relaciones que nos habíamos creado; alguien que atraviesa tu coraza y tiene en su poder y en sus manos todo tu corazón… nos volvamos miedosos y vulnerables. El terror a que nos rompan esa máquina de latidos que tan ajena a todo queríamos mantener, nos corre por las venas, y entonces, de poco vale intentar controlar los sentimientos… porque se te escapan de las manos, pueden contigo, y cuanto más intentas gobernarlos, más crecen ellos; hasta que vuelves a ese punto, donde los síntomas del enamoramiento te tienen calado hasta las cejas y la decisión más inteligente, la única decisión que te permite de verdad disfrutar y ser feliz, es desconectar el raciocinio y dejarse llevar.

Alejar los fantasmas del pasado es algo de lo que se dice mucho pero se sabe poco. La teoría es bien sencilla pero la práctica es otra historia a parte… A veces hace falta un clavo para sacar otro clavo. Otras veces ni mil púas juntas lograrían sacar una simple chincheta. Pero que injustos somos con nosotros mismos cuando nos privamos de vivir ese sentimiento tan químico y bello que es amar… Ese sentimiento que te destruye y te recompone, que te parte y te construye, y que igual que algún día te abandonó, hoy vuelve para entregarte todo aquello que no te supo dar. Un amor que se puede controlar no es un amor. Así que supongo que toca parar de lamerse heridas y dejarnos cegar por esa pasión infinita, esa pasión que nos remueve por dentro y nos da la oportunidad de escribir una nueva historia.

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