viernes, 6 de noviembre de 2009

Largas noches, cortas mañanas.

Se despertó, se deseperezó y volvió a caer rendida.
Que rutina esa de ser incapaz de levantarse de la cama.
Las noches en vela comenzaron a convertirse en el itinerario a seguir involuntariamente cada noche, cada madrugada.
Vueltas a un lado y vueltas al otro. Tirones al endredón que timidamente se deslizaba por los bordes de la cama.
Y pensar...¿Qué sera de mi? ¿Qué será de ti?
Todo acaba cayendo por su propio peso, al igual que sus parpados terminan por cerrarse hasta la mañana siguiente.
¡Qué consuelo que todo caiga por su propio peso! Así solo queda hacer lo más dificil...esperar...
Esperar conciliar el sueño, esperar que sea mañana. Esperar poder hacer todo lo que pretende. Esperar que el agua del río desemboque en el mar y que los regadíos del curso bajo no entorpezcan su paso.


[continuará...]

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