viernes, 7 de enero de 2011

Parte 13

(Continuación de la parte 12, sita en http://elcalidorincondelprocrastinante.blogspot.com/2011/01/parte-12.html )

- Llevaba mucho tiempo esperando este momento Alison - me dijo Aaron con un tono entrecortado mientras se acercaban tímidos nuestros cuerpos.
Y entonces posó su mano izquierda lentamente en mi nuca, me llevó hacia él y nos fundimos en un largo y dulce beso. Cuando su mano derecha comenzaba a deslizarse por mi pierna el timbrazo del despertador me hizo dar un brinco de la cama. "Otra vez ese maldito sueño" me dije a mi misma.
La semana estaba transcurriendo lentamente . El trabajo se amontonaba y los días se hacían interminables. Cada mañana en el mismo instante en que posaba el pie en el suelo ponía rumbo al trabajo y así pasaban horas y horas hasta que invertía el trayecto, vuelta desde la oficina hasta a la cama.
Sólo quedaban dos números de Voice antes del esperado 23 de abril. Las publicaciones eran mensuales y si normalmente la última quincena de cada mes siempre cursaba con estrepitosa agilidad, desde que estuviéramos en el ojo de mira de News Corporation cada día era una carrera hacia la meta. Ese mismo lunes había salido el primero de los dos números definitivos y en las oficinas se podía palpar la tensión que causaba la expectación sobre los índices de venta. El mismo jueves tendríamos los resultados y hasta entonces el ambiente irradiaba un nerviosismo que se reflejaba con un silencio sepulcral. Nadie se atrevía a decir nada y todo el mundo tenía lo mismo en mente. Necesitabamos causar sensación con ese número.
Para que Voice cobrara más tirón decidimos intentar ampliar el público al que la revista iba destinado, rejuvenecer el estilo de escritura, innovar en temática, reestructurar el formato, crear nuevos diseños y darle una personalidad diferente a la portada. Todos estos cambios suponían un riesgo. La nueva Voice podía gustar más y adquirir nuevos lectores o ser una catástrofe y perder los que ya teníamos.
Cuando llegó el jueves Aaron y yo eramos los flanes que más temblaban de toda la bandeja que se hallaba en la sala de juntas. Los minutos que transcurrieron mientras Catherine recibía la noticia se nos antojaron lustros y cuando empezaron a salir fonemas por su boca, yo sólo pensaba en arrancarle las palabras para que soltara de una vez por todas el desenlace de la historia.
- Chicos, que lo que os voy a decir a continuación no cambie vuestra dinámica de trabajo. Digan lo que digan ahí fuera hemos trabajado de un modo ejemplar, con cariño y dedicación y pensando en todo momento en qué quiere nuestro público. Por y para ellos nos hemos entregado con tesón y hemos conseguido darle un giro brutal a esta revista y eso mismo es con lo que nos tenemos que quedar. - tomó aire y... - Monde ha incrementado en un 22% sus ventas este mes... - toda la sala tragó saliva - y nosotros, que íbamos ligeramente por debajo de ellos, tan solo las hemos incrementado un 15% - la decepción se hizo notable, Aaron y yo nos dedicamos una sonrisa de compasión cuando Catherine prosiguió - ¡¡Un 15% por encima de Monde!! Enhorabuena a todos, ¡hemos batido record de ventas!.
El estallido de aplausos se debió escuchar en toda Nueva York. Aaron y yo nos dimos un abrazo que la tal Lily interrumpió tan pronto como pudo. Catherine nos dio a todos el resto del día libre y para cuando llegué a mi despacho para recoger mis cosas tenía dos regalos aguardándome en mi mesa. Un ramo de flores y una pequeña cajita. Lo primero que abrí fue la caja y el brillo de una preciosa joya me deslumbró. Era una pulsera fascinante de Cartier con una nota adjunta que decía así:
Querida Alison:
Acepta este detalle como un agradecimiento anticipado por tu presencia y discurso de mañana. Espero que deslumbres como la estrella que eres. Gracias por estar en todo momento a mi lado.
François Lévon

"François..." y sonreí con cariño por el bonito gesto que una vez más tuvo conmigo. Di por hecho que las flores también corrían de su cuenta y me las lleve a casa sin leer la tarjeta que venía en ellas. Cuando el taxi estaba llegando a mi portal recordé que debía comprarme un vestido para la inauguración del día siguiente y pedí al taxista que cambiara el rumbo, aún con las flores, hacia una boutique que solía frecuentar para este tipo de eventos.
Escogí un vestido color tierra con un pronunciado escote, ceñido al cuerpo, prudentemente corto y con piedrecitas en las mangas. Mientras la dependienta lo empaquetaba y yo recogía del probador mis cosas, cayó al suelo la tarjeta que acompañaba a las flores y entonces decidí leer lo que François me hubiera puesto en ella. Por sorpresa para mí no fue François el mensajero que había detrás de ese ramo silvestre sino James. James Sandler. Sí, mi ex-marido. Decía así:
"Enhorabuena por tus éxitos. Voice empieza a darse cuenta de la joya que ha conseguido al mismo tiempo que yo reconozco al tesoro que perdí"
Nada en el mundo podría haberme resultado más inesperado que eso. Cuando recobré el sentido y logré situarme en el tiempo y el espacio las piernas empezaron a tambalearse. Emprendí una carrera de vuelta a casa en medio de la cual me encontré un pobre mendigo al que regalé mis flores. Tan pronto como le di la espalda ese hombre las tiró al suelo, pero no me importó, de no haberlo hecho él lo hubiera hecho yo misma.
Entré en mi apartamento dando un portazo y me sumergí en un baño de agua caliente para meditar. Conocía perfectamente a James, eran muchos años observando como ese hombre jugaba sus cartas y esto no podía ser más que una táctica para despistarme. Si. El eco de nuestro éxito había llegado a sus oídos y él, que no quiere perder la oportunidad de ser apadrinado por News Corporation, emprendió la estrategia más ruin del mundo: "despistar a Alison Cooper puesto que sobre sus hombros recae gran parte de la responsabilidad de Voice". Y la verdad qué mejor manera de despistarme que ésa.
Sin embargo, aunque he de reconocer que el improvisto me trastocó, supe sobreponerme e intenté olvidar el "altercado" y pasar página, así que abrí una botella de vino, me preparé algo de cenar y me senté frente a la televisión a disfrutar de un partido de baloncesto.

El viernes por la noche llegó sin más dilación. Me enfundé en mi vestido, me solté el pelo previamente perfumado - ya que siempre solía llevarlo recogido - y me calcé unos zapatos que eran tan altos como nervios tenía. Mi patológico sentido de la puntualidad hacía que tuviera estrechamente controlado el reloj, Aaron pasaría a buscarme a las 8 y a falta de un minuto para que llegara el momento, mi timbre sonó. Bajé hasta la puerta donde él me esperaba, procuré disimular la impresión que me había causado el verle tan favorecido con ese traje negro, sin embargo, podría haber descubierto tales pensamientos por mi expresión de no ser porque él debió quedarse tan sorprendido como yo.
- Wow, perdone señorita, ¿ha visto a usted a una tal Alison por ahí dentro? - reimos los dos.
- Me lo tomaré como un cumplido apuesto caballero.
Me abrió cortesmente la puerta de su ya reparado Escalde y pusimos rumbo al local de François.

(Continuará en http://elcalidorincondelprocrastinante.blogspot.com )

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